Los Niyamas
(Preceptos Individuales)
Shantosha:
La segunda regla del Niyama es Shantosha. Significa contento, satisfacción. Shantosha proviene de la unión de SAM, que significa “completamente” o “plenamente” y de TUSH que quiere decir “estar contento, satisfecho, reconfortado, seguro.
Shantosha es contentamiento mental, voluntad de aceptar lo que hay. Serenidad o facultad de sentirte a gusto con lo que posees y lo que no posees. Disfrutar de lo que se tiene en lugar de vivir anhelando aquello de lo que se carece. Desapego ante lo material. Actitud altruista. Aceptación del “aquí y ahora”.
Entusiasmo, alegría y positivismo. Aceptar las situaciones que en apariencia te resultan adversas, como enseñanzas de la vida que son necesarias para tu crecimiento personal.
Todo lo cual conduce hacia la gratitud. La gratitud y la satisfacción conectan con el sentido de Shantosha.
Para lograr esto hay que recordar en todo momento que somos seres espirituales con una meta de vida trascendente; la realidad material cambia permanentemente, pero nuestra mente debe permanecer fija y estable, observando siempre la meta espiritual, como un faro en medio de una tormenta.
La persona debe cultivar el arte de extraer el contentamiento de todas las situaciones; estar satisfecho con las cosas que tenemos, sacándoles el mayor provecho y poniéndolas al servicio de la realización; sentir que con lo que ahora tenemos podemos vivir más felizmente.
El contentamiento y su antítesis, el descontentamiento, son independientes de las circunstancias generadoras. Surgen, crecen y rodean al individuo sólo debido a la existencia del germen de esos sentimientos en la esencia de la personalidad.
El contento es la actitud por la cual aceptamos todas las circunstancias de la vida intuyendo que tienen un sentido y, sea que las experimentemos como ‘positivas’ o como ‘negativas’, serán de cualquier manera una ayuda para nuestro crecimiento. Como resume el profesor Gardini: “Es un estado de calma interior, independiente de las circunstancias de la vida
Shantosha es la luz de la práctica. Agradecer la bendición de estar vivos, de tener el tiempo, la posibilidad de estar donde estamos, intentando cada vez vivir mejor. Aunque nos tome a veces mucho trabajo, el solo hecho de poder hacerlo es un motivo de contentamiento.
De la actitud de contento pasamos de la incomodidad a la comodidad, del sufrimiento a la alegría en nuestra vida cotidiana.
También Salomón decía que la mejor medicina es un ánimo gozoso. El contento es la naturaleza misma de la persona, el espíritu alegre han de cultivarlo todos los aspirantes. En general la persona debe ser aseada, pulcra, decente, caballerosa, honrada, siempre cumplida, siempre alegre, nunca airada con nadie ni contra nadie.
Debemos saber que existen dos corrientes de pensamiento en cada uno de nosotros: una viene del Ego, de los defectos psicológicos, del Yo; la otra viene de la Esencia, de la Conciencia, de lo real dentro de nosotros.
Los deseos de ir al cine, de ofender a otros y de procurarse relaciones sexuales son pensamientos impuros que proceden del Ego, de los defectos. Cuando nosotros mandamos en el deseo, sin embargo, es cuando realmente vivimos en plenitud el placer que produce el logro de lo que deseamos, precisamente porque la otra opción, la de su no cumplimiento, no nos hace daño.
Y esto no tiene nada que ver con esa falsa apatía que en ocasiones se adopta cuando se “teme” tener deseos por que se “teme” que no se nos cumplan. El deseo es algo tan natural como poco importante en realidad es su cumplimiento; tiene, por decirlo de otra manera, la importancia que queramos darle. Por eso hay seres humanos que son inmensamente felices bebiendo un vaso de agua cuando tienen sed y otros (o ellos mismos, en otras ocasiones) se sienten frustrados si un excelente vino que están tomando en una excelente comida no está a la temperatura exacta.
Naturalmente, no se trata nunca del objeto del deseo, sino de las expectativas que ponemos en él; y estas expectativas no son sino la representación de una profunda carencia que yace ignorada, por dolorosa, en el origen de nuestra personalidad.
Desikachar nos dice: “El resultado del contentamiento es la felicidad completa. La felicidad que obtenemos por la adquisición de posesiones es solo temporal. Hay que encontrar nuevos objetos y adquirirlos para mantener este tipo de felicidad. Es un proceso sin fin. El contentamiento auténtico, que conduce a la felicidad completa y a la beatitud, se diferencia claramente.
Los pensamientos que vienen de la Esencia son de tipo superior, son puros y nos conducen a acciones virtuosas, al contentamiento auténtico. Nosotros debemos procurar ser vehículos de los pensamientos que provienen de la Esencia o de la Conciencia y no identificarnos con los pensamientos que provienen de los defectos psicológicos.
Otra forma de impureza mental son los pensamientos negativos hacia las otras personas. Si nosotros criticamos a una persona esto provoca una reacción inevitable contra nosotros mismos, ya el orgullo ajeno se lastima y provoca una resistencia en nuestra víctima que entonces busca justificarse a sí misma.
Por otro lado, el hombre o la mujer que sabe vivir sin juzgar, sin criticar a nadie, con la actitud del que, en los malos tiempos, se olvida de sí mismo para aportar esperanza a los demás con su sonrisa, no provoca resistencia ni reacciones de parte del prójimo y, consecuentemente, se forma un ambiente de éxito y progreso.
Lejos de los héroes de un instante, de los que para salvar el mundo lo ponen patas arriba, este tipo de heroísmo cotidiano que pasa tantas veces desapercibido, el de quienes no juzgan sino que confían, construye redes tan sutiles como indestructibles. El sentido del humor, que es lo que ha permitido a muchas personas resistir situaciones calificadas de insoportables, es a la vez causa y efecto de ese estado de beatitud.
Este niyama tiene otros varios significados que completan y amplían su comprensión. Algunos de ellos son: hacer de manera que el deseo no aporte nada negativo, saber aceptar sin perturbarse, aceptarse a uno mismo, y ecuanimidad frente a los opuestos.
Nuestras palabras y pensamientos no deben ir encaminados a la crítica. Necesitamos ver en todos los seres humanos lo mejor, de esta manera ensalzamos las virtudes de nuestros semejantes y no alimentamos sus defectos. Debemos ser ecuánimes en el sentido de ver siempre ambos lados de una cosa o ambas realidades, esto implica no sólo abstenerse de críticas estériles sino también abstenerse de apasionarse en exceso por algo, aunque su apariencia lo haga muy deseable.
Hay que señalar que el contento no es resignación sino una actitud positiva que nos lleva a ver la realidad tal cual es, analizarla para cambiar a través de la acción correcta lo que es posible y aceptar lo que no podemos cambiar, en definitiva aceptar sin traumas nuestra limitación.
Reflexiona Maréchal sobre Shantosha: “La serenidad consiste en acoger con satisfacción cualquier acontecimiento, incluso doloroso, como un mensaje instructivo y constructivo. La capacidad de renuncia, la sencillez, el humor, la paciencia y el sentido común son actitudes que la engendran y la sostienen.
La observancia de Shantosha no debe inducir al acomodamiento de aquellos que utilizan el pretexto del contentamiento para no superarse y perfeccionarse cada día. El contentamiento no es resignación ni apatía. Y la apatía o la resignación no se deben confundir con la capacidad de renuncia, porque no se puede renunciar a lo que uno no se siente capaz de conservar o de conseguir. La persona que vive en el contentamiento emana la alegría, la energía amorosa, la beatitud que constituyen ananda, una de las características del Ser. Este contentamiento sólo puede nacer de una profunda conexión con el Amor, que hace que todo lo demás nos sobre.
Desikachar hace un comentario sobre Shantosha tan sencillo como inspirador: “A menudo esperamos un resultado particular, como resultado de nuestras acciones y la mayoría de las veces nos desilusionamos. Pero no hay necesidad de esa desesperanza, en su lugar deberíamos aceptar lo que ha pasado. Ese es el verdadero significado de Shantosha: aceptar lo que pasa (…) Shantosha abarca nuestras actividades mentales, como el estudio, nuestros esfuerzos físicos, y aún cómo nos ganamos la vida. Se refiere a nosotros mismos, lo que tenemos y cómo nos sentimos en relación a lo que Dios nos ha dado.
El gozo intenso y permanente que supone Shantosha exige desprenderse de lastre hasta quedarse en la esencia (de nuevo los ecos de shauca, de satya, de aparigraha…) Esa esencia es, en realidad, distinta para cada uno de nosotros en cada momento de nuestra evolución. Porque hubo otros que lo hicieron, hubo otros, y los hay, que van soltando el lastre como el que no quiere la cosa. Tal vez lo primero que haya que hacer sea mínimo, tan mínimo como una intención: como un pequeño y tímido “yo también quiero”; y tal vez, andando el tiempo, ese “quiero” persistente en medio de la vorágine sea el comienzo de un “yo también puedo”, un viaje inolvidable hacia la fuente de la alegría que brota en el interior de cada uno de nosotros; un viaje que, antes o después, se convierte en algo tan querido como la propia meta.
El fruto de Shantosha es un bien de carácter espiritual, que tiene poco que ver con las circunstancias que atravesamos y está íntimamente ligado a nuestra confianza básica, a nuestra conexión con un Origen, que es Amor, del que hemos partido para regresar.
Shantosha es una de las consecuencias de Ahimsa, un síntoma de que esta ha arraigado en nuestro espíritu; y a su vez hace posible Asteya, el abandono de toda codicia envidiosa.
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