Los Niyamas
(Preceptos Individuales)
Îshvara Pranidhâna
Îshvara pranidhâna:
La quinta regla del Niyama es Îshvara pranidhâna (entrega al orden superior).
La traducción literal de Îshvarapranidhâna se compone de la palabra Îshvara que significa “el Señor”, “el gurú de los gurús” o “Príncipe Supremo” y de la palabra pranidhâna, que significa “devoción”, “plegaria”, “abandono” u “ofrenda”.
Significa adoración de Îshvara (el Señor) con una actitud de entrega, de abandono en Él, por ejemplo a través del ritual. Maréchal, que lo traduce como “piedad”, lo define así: “La piedad consiste en dar las gracias al Señor sin cesar y por todas las cosas y depositar a los pies del Señor, en su gloria y a su servicio, el fruto de toda acción. Es la vida interior por excelencia, objetivo y culminación natural de todas las otras disciplinas.
La entrega al Señor tiene dos sentidos. Por un lado es una actitud interna que debe alentar toda acción, una veneración hacia una inteligencia superior; aceptación de tus límites frente a Dios, el Omnisciente. Y por otra, prácticas concretas que involucran todas las dimensiones del ser humano y que terminan siendo una renuncia al ego, una decisión de auto-entrega con plena libertad. Entrega y obediencia al Maestro. Aceptar sus enseñanzas como instrucciones.
Dejar nuestras acciones en las manos del Señor, renunciando a los frutos de nuestras acciones, sumisión a lo Absoluto. No es la acción lo que cuenta, sino la
intención que se esconde detrás. Hay que encontrar la forma de hacer que las acciones surjan del amor auténtico y ofrecerlas a lo Divino. Esto conduce a la liberación ante el apego y las ilusiones de éxito y fracaso. Entender nuestras acciones como una expresión del amor auténtico, como una ofrenda a ese orden superior sin importar los beneficios materiales, sino por la acción misma.
intención que se esconde detrás. Hay que encontrar la forma de hacer que las acciones surjan del amor auténtico y ofrecerlas a lo Divino. Esto conduce a la liberación ante el apego y las ilusiones de éxito y fracaso. Entender nuestras acciones como una expresión del amor auténtico, como una ofrenda a ese orden superior sin importar los beneficios materiales, sino por la acción misma.
Aceptar a la Entidad Suprema como nuestro único refugio y meta en esta vida. Establecerse en una ideación Cósmica y tomar al Ser Supremo como único ideal y meta de nuestra vida. El destino final de nuestra existencia es fundirnos con el Absoluto, volver a nuestro verdadero origen.
Îshvarapranidhâna (ofrecimiento de todos los pensamientos y acciones a Dios). La palabra Dios es amplia y controvertida. Podemos pensar la práctica como modo de volvernos más humanos, más sensibles, sabiendo que hay un orden superior que nos abarca como especie, y que el florecimiento de cada uno influye sobre la totalidad.
La perseverante devoción al Señor proporciona la capacidad de comprender completamente cualquier objeto que se elija. La persona debe estar siempre interiormente segura y confiada en que la vida sigue su curso, obedeciendo a leyes naturales, y que todo esfuerzo para la autosuperación debe ser conquistado sin ansiedad.
Durante el empeño de la voluntad y de la dedicación a una tarea, la tensión de la expectativa debe ser neutralizada por la práctica de Ishvara Pranidhana.
Cuando la conciencia está tranquila por haber intentado todo y aun así no haber conseguido el resultado ideal; cuando la persona está literalmente imposibilitada de obtener mejores consecuencias, ése es el momento de entregar el fruto de sus acciones a una voluntad mayor que la suya, cuyos designios muchas veces son incomprensibles.
La mayor parte de nuestra actividad diaria se centra en torno a nosotros mismos; tenemos nuestros propios deseos secretos, ocultos empeños y ambiciones, y nunca estamos hondamente relacionados con nadie. Vivimos en nuestro pequeño mundito, cada uno de nosotros está condicionado por sus propios intereses, pasiones, deseos, preocupaciones, etc.
Cuando empezamos por preocuparnos un poquito sobre nuestra situación en la existencia, cuando percibimos que no somos más que un habitante de la tierra, demasiado pequeña en comparación con el cosmos infinito; indica que la Esencia se encuentra en desasosiego, que anhela. Esta clase de pensamientos aunque muy simples, a la gente que vive en su pequeño y minúsculo mundito de los sentidos ordinarios, no le interesa.
Nosotros necesitamos establecer correctas relaciones con las diferentes partes superiores del Ser.
El mundo de relaciones tiene tres aspectos diferentes: en primer lugar, estamos relacionados con nuestro cuerpo físico; en segundo lugar, estamos relacionados con el mundo exterior; en tercer lugar, estamos relacionados con nosotros mismos, es decir, la relación con nuestro Ser.
Necesitamos establecer correctas relaciones con nuestro cuerpo físico para no caer enfermos y tener un cuerpo sano y saludable. Necesitamos establecer correctas relaciones con el mundo exterior, para no tener conflictos, ni problemas con las demás personas. Mas también necesitamos establecer correctas relaciones con nuestro Ser interior para dejar de sufrir y aspirar algún día a la Iluminación.
Cuando empezamos por preocuparnos un poquito sobre nuestra situación en la existencia, cuando percibimos que no somos más que un habitante de la tierra, demasiado pequeña en comparación con el cosmos infinito; indica que la Esencia se encuentra en desasosiego, que anhela. Esta clase de pensamientos aunque muy simples, a la gente que vive en su pequeño y minúsculo mundito de los sentidos ordinarios, no le interesa.
Nosotros necesitamos establecer correctas relaciones con las diferentes partes superiores del Ser.
El mundo de relaciones tiene tres aspectos diferentes: en primer lugar, estamos relacionados con nuestro cuerpo físico; en segundo lugar, estamos relacionados con el mundo exterior; en tercer lugar, estamos relacionados con nosotros mismos, es decir, la relación con nuestro Ser.
Necesitamos establecer correctas relaciones con nuestro cuerpo físico para no caer enfermos y tener un cuerpo sano y saludable. Necesitamos establecer correctas relaciones con el mundo exterior, para no tener conflictos, ni problemas con las demás personas. Mas también necesitamos establecer correctas relaciones con nuestro Ser interior para dejar de sufrir y aspirar algún día a la Iluminación.
Îshvarapranidhâna tiene mucho que ver con estar presentes en cada instante para conectar con una presencia de orden espiritual que está más allá de la carne, energía, pensamientos y emociones de los que nos componemos, pero que los penetra, los rodea y los sostiene.
Para establecer correctas relaciones con nuestro Ser interno, debemos comenzar por establecer correctas relaciones con nuestra Conciencia. Tenemos que tener en cuenta que entre la Conciencia y el Ser no hay mucho distanciamiento. En realidad, solamente, mediante la perfecta relación de Conciencia, cuerpo y ambiente externo, se logra ese sabor maravilloso del Espíritu, esa conducta auténtica del que jamás se olvida de sí mismo.
Se considera a este niyama como colofón de todos los demás, ya que en él están englobadas las actitudes de Shauca, Shantosha,Tapas y Svâdhyâya que, convenientemente abordadas, nos llevan a él.
Con Îshvarapranidhâna hemos llegado a uno de los aspectos más polémicos del yoga de occidente y a la vez al colofón de Niyama, de Yama y del propio Yoga. Es la vida interior por excelencia, objetivo y culminación natural de todas las otras disciplinas. Es el camino espiritual por excelencia”, pero no es “el único medio del yoga.
El Yoga no es una religión, aunque es evidente su sentido de trascendencia. Cristianos, budistas, musulmanes, judíos e hinduistas practican Yoga sin entrar en conflicto con sus particulares devociones. También quienes no se inclinan por un ritual en particular pero tienen una idea de trascendencia.
El Yoga no excluye nada; lo integra y acepta todo como parte de la existencia sagrada y santa. Y el Yoga no quita nada, sino que colabora para que cada ser humano, sea cual sea su creencia o percepción de la vida, pueda ser consecuente y avanzar en su propio proceso de desarrollo como ser humano.
Yoga no es religión, una filosofía o creencia más. Yoga es la propia posibilidad de autodescubrimiento y de alcanzar una verdadera sabiduría sobre el universo y sobre el transcurrir de la vida en su propia dimensión eterna e ilimitada.
Todas las creencias son buenas si son sinceras. La Verdad no es exclusiva o privilegio de nadie ni de nada. Todos tenemos derecho legítimo a la Verdad y a reconocer que a ella se puede llegar por diferentes caminos.
La religión, cualquiera que sea, es una forma de devoción, pero no la devoción en sí misma.
En el curso de cualquier camino hay un momento en el que nos encontramos con un límite infranqueable, el de nuestra propia naturaleza humana. El camino espiritual pasa siempre por esa “caída del caballo” que es una gran oportunidad para darnos cuenta de nuestra pequeñez. A partir de ahí, se abre como alternativa el camino de la devoción, es decir, el reconocimiento de que, por encima, por debajo y dentro de lo que estamos viendo de nosotros mismos, hay una fuerza con la que, si conectamos, nos sostendrá para llegar a donde nuestra parte más burda nunca nos llevaría. A partir de ese momento cambia el concepto de logro y el de esfuerzo y lo que antes “hacíamos nosotros” ahora es esa fuerza la que lo hace a través nuestro.
La observancia de Îshvarapranidhâna no debe inducir al fatalismo ni a la displicencia. Mariana Caplan habla de la “adicción espiritual” como una vía de huir de una realidad cotidiana que no queremos afrontar: “Los aspirantes espirituales curtidos saben (…) que si un estado místico les impide servir a sus familias y a quienes les rodean, la sospecha está garantizada.”
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