Yama 5º - APARIGRAHA

Los Yamas

(Principios universales)

 Aparigraha

 


Âparigraha:   Es el quinto Yama
GRAH, la raíz de “graha” significa apropiarse, apoderarse, tomar o aceptar y “pari” quiere decir “alrededor de”; así pues, Aparigraha podría traducirse como “no acaparamiento de las cosas” “no apoderarse de algo” o “no aceptar algo que está a nuestro alrededor (a nuestro alcance)”. Lo que, en positivo, se traduce como sobriedad.

Âparigraha (control de los sentidos): Se refiere a no estar al servicio de la satisfacción de los deseos que surgen a partir de los estímulos sensoriales. Confianza en uno mismo, no atesorar, no acaparar, no codiciar, generosidad en espíritu y acción. Aceptar estrictamente lo que se necesita y rechazar el resto. No gastar energía deseando lo que otros poseen (envidia). El abandono de la avaricia o capacidad de aceptar sólo lo apropiado.

Auto responsabilidad (entender que creamos nuestra vida a cada momento), actuar para progresar y conectar con el sentimiento interno de totalidad, son requisitos indispensables para el desarrollo de aparigraha. Se refiere también a no llevar una vida de lujos en exceso o reducir nuestras necesidades. No entregarse a comodidades que son superfluas para la manutención de un nivel de vida digno y razonable.

Compartir y distribuir las riquezas personales, no ser acumulativo. Cultivar una actitud de generosidad y servicio a los demás.
Es la aplicación de la idea védica de que todo lo que tenemos y somos es un don y de que esos dones recibidos deben circular hacia los demás. Acaparar sería entonces cortar la ‘circulación de la vida’ en el mundo, sería crear un desorden en el cosmos.

Esta caída de la idea de ‘lo mío’ implica la caída de la idea del ‘yo’, del egoísmo como centro de las decisiones vitales, para pasar a vivir teniendo en cuenta las necesidades del otro. Es por un lado generosidad y por otro confianza de que siempre obtendremos lo necesario.

Âparigraha (ausencia de codicia), cuando estamos ejercitando la ecuanimidad, trabajando el lado derecho y el izquierdo de manera pareja, no hay apego posible, no hay posesión posible, solo trabajo y consciencia.

Âparigraha habla de no adquirir cosas que no sean realmente necesarias, ni tampoco las que no se necesiten de forma inmediata; no hacer de los bienes materiales nuestro tesoro. En nuestra sociedad monetaria, es cierto que se necesita cierta capacidad económica para pagar con dinero la comida, la vivienda, ropa, la luz, pero hemos llevado al límite nuestras necesidades de bienes materiales y nuestra necesidad de acaparar o atesorar la mayor cantidad de bienes posibles que denota la falta de fe en nosotros mismos y en el futuro.

Âparigraha surge de reconstruir la escala de valores que marca la clara diferencia entre el espíritu y la materia en todas sus formas, entre la esencia del hombre y lo que éste tiene y la clara conciencia de que uno no es lo que posee. No olvides que el anhelo de la sencillez es un anhelo espiritual. Pretender que las cosas materiales satisfagan las necesidades espirituales, no funciona.”

No se han de desear cosas que no sean necesarias para el mantenimiento de la vida, pues al deseo le sigue la codicia y la avaricia que llevan al pesar,  la angustia, la frustración, la envidia, el odio y a la desesperación de uno cuando no se consigue lo que se quiere.

También incluye el evitar obtener beneficios sin trabajar por ello o aceptar presentes como favores, ya que ello indica pobreza de espíritu. Incluso aferrarse a nuestros pensamientos es una forma de posesión y por tanto no hay que aferrarse a ellos como un tesoro. Las personas no deben estar apegadas a sus bienes, y menos aún, a los bienes de los demás.

Como en todos los preceptos que implican renuncia, es importante abordar Aparigraha con humildad y con una visión real de nuestro verdadero nivel. Es decir, es importante no reprimirse, pretendiendo adoptar una actitud ascética para la que tal vez aún no estamos preparados. A este respecto tenemos que tener especial cuidado, ya que muchos de los que se “desapegan” están apegados al deseo de desapegarse.

El mensaje de Jesús de Nazareth es absolutamente radical: “Nadie puede servir a dos amos; porque odiará a uno y querrá al otro, o será fiel a uno y al otro no le hará caso. No podéis servir a Dios y al dinero.”. Está claro que la evolución espiritual, sea cual sea el camino elegido para ella, es incompatible con un exceso de equipaje.

No acumular bienes materiales o innecesarios para llevar una vida digna. El tiempo y la energía gastados en adquirir y proteger nuevos bienes y en padecer por ellos no pueden ser dedicados a las cuestiones esenciales de la vida. Además de resultar una carga para nuestra mente, lo que tenemos de más muchas veces otros lo tienen de menos. Esto se debe a que los bienes materiales son limitados.

 Una idea asociada a Aparigraha es, por tanto, la idea de compartir generosamente lo que nos pertenece, no tanto por la idea, que ya vimos, de que lo que yo tengo de más otros lo tienen de menos, sino para liberar nuestro espíritu de la esclavitud que ejercen sobre nosotros nuestras posesiones.

Estamos hablando de una actitud vital de desprendimiento, un compromiso nacido de la convicción (íntimamente relacionada con la práctica de Asteya) de que vivir con más de lo necesario supone privar de ello a alguien en algún lugar.

Una forma elevada del desapego es la renuncia a la posesión de los seres queridos, tales como familiares, amigos, y principalmente cónyuges.
Los celos y la envidia son manifestaciones censurables del deseo de posesión de personas y de objetos o logros pertenecientes a otros.

Âparigraha es el aspecto más sutil de Yama y por  tanto difícil de asumir y llevar a cabo.

Este principio es, de hecho, la otra faceta de Asteya (no robar, no tomar lo que no nos pertenece, ni pensar en hacerlo, ausencia de codicia, capacidad de resistir el deseo de lo que no nos pertenece, honradez.) Al irnos despojando de todo aquello que puede desaparecer nos vamos olvidando también de nuestro temor a que desaparezca.

La observancia de Âparigraha no debe inducir a la displicencia para con las propiedades confiadas a nuestro cuidado, ni a la falta de celo para con las personas a las que queremos bien.





 




3 comentarios:

Anónimo dijo...

He leído justamente todo el contenido, notando una sensación de paz y bienestar interior mientras leía.
Te amo, lo siento, perdóname, gracias.

Anónimo dijo...

Cuanta razón en esta lectura, he aqui el porque de tanto malestar... Gracias mil y a practicarlo

Mari dijo...

Gracias :)